Puede que el Mini del siglo XXI sea ahora parte del grupo BMW, pero sigue teniendo esa peculiar personalidad británica que es gran parte de su encanto, al igual que su afilado chasis. La tercera generación del coche está en la mitad de su carrera y ha recibido un ligero restyling. Fuimos a probarlo en su versión Cooper S con una unidad cedida por el el concesionario Crestanevada compramos tu coche.
La ola de estilo neo-retro que bañó la playa de la automoción a finales de los noventa antes de retroceder rápidamente, dejando algunas conchas vacías en la arena, como el Chrysler PT Cruiser, o peces de ojos vidriosos moviendo la cola, como el Volkswagen Beetle. Pero algunos siguen rodando con fuerza, como el Ford Mustang o el Mini. Este último, resucitado por BMW en 2006 y retomando una receta nacida en 1959, ha encontrado tal entusiasmo que ha dado lugar a una gama completa que, si no hace las delicias de los puristas escandalizados por una insignia Mini en un SUV, es un éxito halagador.
Pero el Mini de 3 puertas sigue siendo un coche de moda que necesita renovarse con regularidad para mantenerse en el candelero, en contra de esta expresión tan cursi, como la propia palabra «cursi». Por eso está recibiendo un restyling a mitad de carrera pero, con una clientela fiel y una herencia genética que respetar, obviamente no podíamos esperar un vuelco total para un simple restyling, así que todo evoluciona en pequeños toques. En el exterior, los cambios más evidentes son los nuevos logotipos de Mini, más planos, que se han introducido para la ocasión y que se extenderán a toda la gama, los faros, que ahora tienen un anillo luminoso a modo de luces diurnas, y los pilotos traseros, que tienen forma de media Union Jack, la bandera del Reino Unido, por si se ha olvidado el origen del modelo. Añade tres nuevos colores para la carrocería, el Azul Starlight (el de nuestro modelo de pruebas), el Gris Esmeralda y el Naranja Solaris, y un nuevo diseño de llantas, las de 17 pulgadas y seis radios dobles «Rail Spoke», y tendrás la lista completa de cambios de estilo en este restyling. A no ser que el cliente recorra el catálogo de personalización, más extenso que nunca y que ahora incluye -además de la enorme pegatina de la Union Jack (de nuevo) en el techo como en nuestro modelo de prueba- un pack «Piano Black» que cubre los bordes cromados de los faros delanteros y traseros y la parrilla en negro lacado o la posibilidad, gracias al programa Mini Yours, de añadir una inserción en el repetidor lateral con una inscripción en relieve realizada en impresión 3D a elección del cliente.
En el interior nos encontramos con el mundo del Mini clásico, es decir, un salpicadero muy bien acabado pero con la ergonomía en un segundo plano frente a la estética, y un habitáculo que deja un espacio sorprendente delante incluso para personas altas pero muy estrecho detrás o en el maletero, con sólo 211 litros de volumen de carga. En cuanto al exterior, hay nuevos materiales disponibles, como la tapicería de cuero marrón malta, y se puede instalar una Union Jack retroiluminada en el salpicadero de cara al pasajero. El equipamiento se enriquece, destacando la pantalla táctil en color de 6,5 pulgadas que se ofrece de serie desde el nivel de entrada, así como el puerto USB, el Bluetooth, el volante multifunción y la tarjeta 4G. Este último permite añadir nuevos servicios conectados, como la llamada de emergencia o, como opción, Apple CarPlay o un servicio de conserjería.
En cuanto a la mecánica y la suspensión, no hay nada que ver, o casi nada, porque todo está al detalle. El motor básico de 1,2 litros y 3 cilindros del One se ha actualizado a 1,5 como el Cooper, lo que no influye en su potencia, que se mantiene en 75 y 102 CV, pero el par motor ha aumentado en 10 Nm hasta 160 y 190 Nm. El resto de motores se mantienen sin cambios, entre 75 y 192 CV en gasolina y entre 95 y 170 CV en diésel, pero la opción automatizada se materializa ahora en un nuevo doble embrague de siete velocidades en todos los motores excepto en el Cooper SD, que mantiene su caja de cambios de convertidor de par de 8 velocidades de serie por razones de exceso de par.
El Mini aprovecha su restyling para revisar sus precios al alza que se justifica por un mayor equipamiento de serie. Los precios pueden alcanzar fácilmente los 40.000 euros en la parte superior de la gama si se marcan algunas opciones. Precios elevados, por tanto, pero esto también forma parte del posicionamiento del Mini, ya que la sensación de exclusividad que da a cambio es parte de lo que busca buena parte de su clientela.